El comercio ha sido en todos los tiempos y en todas las partes del mundo un instrumento de civilización, de progreso. La prosperidad y el progreso de los pueblos corren paralelo al impulso de su desarrollo comercial. Desde los albores de la emancipación de nuestro país, el comercio argentino ha sido, es y será motor de energía vital, estímulo del espíritu creador y ocupación preferida de hombres emprendedores y progresistas que con sacrificios, han creado empresas comerciales e industriales que hoy reinan en el país y que, a la vez, son fuentes de trabajo, de riqueza y de bienestar colectivo.